Gracias a Dios nací en Bucaramanga y mi familia estaba conformada por Papá, Mamá y 11 hermanos; recuerdo mucho que la casa era grande y a Papá le gustaba tener animalitos en el solar de la casa y me llevaba a verlos. Lo duro para mí siempre fueron las matemáticas, fue una familia humanista y en mi casa había ocho mil libros de mi segundo hermano que era un gran lector y fue siempre un hombre que compraba prácticamente todas las semanas un libro.
Entrar a la compañía para mí era no solamente imitar a mi hermano Gonzalo si no que los Jesuitas del colegio eran personas muy grandes todas esas cosas me dieron una imagen de la Compañía como algo importante es decir algo que se hacía sentir en la Iglesia y eso yo creo que influyó mucho. El primero de mis hermanos que entró a la compañía fue Gonzalo, él fue mi modelo en cierta forma y recuerdo de él especialmente que cuando ya llegué al noviciado me escribió una carta diciéndome: “Usted entró para servir a Cristo y pase lo que pase usted es para servir a Cristo”, eso marco mi vida, realmente eso la marcó porque ya lo demás pasó a ser circunstancial.
Todo joven que entra a una institución, entra a la etapa más generosa de la vida; cuando uno es joven uno cree que todo es posible y que está llamado a hacerlo mejor, de tal manera que eso me influyo muchísimo, tanto que cuando pase ya cuando pasé ya al Juniorado a los dos años de terminar el noviciado, yo ya tenía una experiencia muy linda en el hospital de San José de Bogotá fuimos los primeros en ir a atender enfermos allá y en una peregrinación de casi un mes conocí gran parte de Boyacá y de Cundinamarca a pie; eso fue un momento de temple de probar la capacidad física, de resistencia y luego la generosidad de la gente que lo veía a uno pasar y le ofrecía cualquier cosa.
En mayo de 1962, me llegó una carta del Padre provincial diciéndome que suspendiera el magisterio y que iría a estudiar teología a Inglaterra, eso me dio una apertura al mundo me hizo afrontar pues digamos nuestra pequeña visión totalmente territorial de un país; yo que me sentía muy antimonárquico comprendí que una tradición desde mil trescientos no es cualquier cosa.
Me llamó el Padre provincial para ir al Colegio San Bartolomé “La Merced” a reemplazar al Padre Remolina, eso me abrió un panorama muy grande; introdujimos la educación personalizada, modificamos el sistema de agrupamiento de los alumnos y así hicimos otra serie de cosas y quedo con un recuerdo muy grato y ahora sigo trabajando allá.
En el año de 1980 yo estaba en Barranquilla recuperando el viejo Colegio de los Jesuitas San José cuando me llamó el Padre Roberto Caro que era Rector de la Javeriana y me dijo: “Donaldo, el Provincial me ha autorizado para que hablemos” y en tres horas él me dijo cuál era la situación de la facultad de Odontología que ya había mandado una primera carta para cerrarla; y una vez que le oí todo lo que él manifestaba y todos los problemas que había, le dije: “Todo eso es solucionable”. Eso fue llegar y rápidamente empezar a hacer cosas, lo más elemental primero: Que hubiera lockers para todos, es decir por simple decencia hay que comprar lockers y hay que poner un sitio para las niñas y otro para los muchachos, no por puritanismo, sino que es la delicadeza y el respeto a la mujer. Después logré rápidamente conseguir setenta unidades nuevas, luego teníamos a una gran persona en Georgetown y allá se cerró la facultad de odontología, entonces nos donaron cien unidades Riiter de las que tenía la Universidad, de tal manera que aquí las arreglamos, las trajimos y eso produjo una cosa muy importante que fue la cooperación que se inició entre Georgetown y la Javeriana. Lo más significativo para mí fue que llegamos a ser la facultad más importante del país, estoy hablando de un tiempo en el que había trece facultades en el país, hoy hay como cuarenta; pusimos el postgrado de restauración, el postgrado de odontopediatría, pusimos el postgrado de cirugía maxilofacial y ciertamente sigue siendo la facultad con el mejor postgrado de ortodoncia.
Yo creo que mi experiencia de estar al frente de una facultad para la cual yo no estaba preparado ni es un area que yo tuviera, fue digamos un reto y el reto fue hacer una buena administración, el reto fue más selectivo en los alumnos que entraban, fue organizar brigada de salud, hicimos en un tiempo unas quince brigadas de salud, muy lindas, hasta llegamos a Bahía Málaga, estuvimos en Tolú tres veces, estuvimos en los llanos, estuvimos en Curití Santander, estuvimos en muchas partes; entonces conseguimos sillas portátiles conseguimos un motor para la electricidad, conseguimos cajas para llevar los materiales, conseguíamos todas las cosas; una brigada de salud en el área de odontología significa que en una semana de trabajo un alumno puede aprender lo de un semestre, sobre todo en práctica y más que todo atendíamos a niños, era un trabajo muy lindo porque era desde un principio enseñarles como cepillarse, cómo cuidar su dentadura, su salud oral.
Lo más importante de trabajar con jóvenes es permanecer joven, porque cuando uno está rodeado de jóvenes o de niños, ellos le transmiten a uno vida. Si quieres estar cerca y llegar a su corazón, pues tienes que ser muy comprensivo, tienes que ser muy tolerante y al mismo tiempo muy exigente, porque están en formación, porque están creciendo, eso le da a uno una vitalidad enorme y eso no me produce a mí sino alegría, es estar permanentemente con ellos, todo lo que necesitan de un sacerdote lo puedo hacer, entonces eso es un don de Dios o sea sigo ejerciendo mi sacerdocio al mismo tiempo que cultivo enormes amistades.
Cortesía Centro Ático
Pontificia Universidad Javeriana
Archivo Histórico Javeriano
Juan Manuel Pacheco S.J.
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Soy Bartolino promocion 76 y con gran pesar hace dos semanas murio en Medellin el Padre Fernado Londoño Bernal S.J. quien era primo de mi Papá y fue Provincial de los Jesuítas en Colombia. Recomiendo hacer una breve descripcion de su vida y obra en una de las próximas Revistas.