Esta es la última editorial del año. Gran honor escribir esta nota que partiendo de un balance del 2021 busca proyectarnos hacia un próspero 2022.
El 2021 fue un año de transición. Iniciamos con la desesperanza que nos había dejado el 2020 fruto de una pandemia que ninguno pensaba viviría. Afrontamos unas marchas sociales en medio de un proceso lento de vacunación, que nos puso a reflexionar sobre la inclusión social, la reactivación económica y la generación de empleo. Para luego adentrarnos en un temprano proceso electoral, que, mostrándonos una gran diversidad ideológica, sobresale la preocupación que todos compartimos sobre el futuro de nuestro país.
A pesar de la ilusión que nos trae diciembre, las cifras del país no dejan de ser preocupantes: la pobreza, el desempleo, la informalidad, el hambre y la corrupción, siguen presentes y creciendo. Toman terreno. Por eso, nosotros, los bartolinos, aquellos que tuvimos el honor de persignarnos a los pies de la virgen de la Estrada, que hemos sido testigos de como la violencia irracional dejo huella en su imagen, no podemos terminar el año sin preguntarnos ¿Qué debemos y podemos hacer por el bien de nuestro país?
Yo, sin tener una respuesta totalmente clara, y recordando los valores que nos inculcaron los jesuitas, empezaría por abrir mi mente para tratar de entender las lógicas que guían a los diferentes grupos sociales del país, a las comunidades, a las corrientes políticas. En el colegio aprendí que entender es diferente aceptar, y que es el entendimiento de las diferentes posiciones, lo que nos permite fortalecer nuestras ideas.
Seguro esta amplitud de mente, nos ayudará a ver las necesidades donde antes creía que no las había. Luego podríamos proceder a identificar aquellas cosas que, a la luz de mis convicciones y capacidades, podría hacer para ayudar al necesitado.
Pero, ¿dónde está el necesitado? Vivimos rodeados de personas con necesidades, personas que muchas veces no sabemos.
El año pasado y este, desde ASIA, nos hemos preocupado por identificar un camino de solidaridad para la asociación, que fortalezca el ya logrado por las administraciones anteriores. Hemos concluido que, si bien debemos mantener las acciones que tenemos, no podemos descuidar diversificarnos. Debemos buscar otras obras sociales.
Pero también, nos hemos dado cuenta, que la solidaridad empieza en casa.
No tenemos un dato confiable, pero creemos que entre el 3% y el 5% de los egresados están en situaciones socialmente difíciles: pobres, desempleados, vulnerables. Por eso, nuestra solidaridad también debe extenderse a nuestros compañeros. Acerquémonos a nuestra promoción y exploremos quien o quienes están pasando momentos difíciles, extendámosle la mano.
Pongámonos la meta que, en el 2022, sabremos como están nuestros compañeros de promoción y si es necesario, les extenderemos la mano.
Mi aporte al país, empieza por superar mis prevenciones, para poder extender la mano a aquel que la necesita y que posiblemente, por su silencio no somos capaces de oír sus necesidades.
2 Comments
Linda foto del colegio. Al verla regresan los bellos recuerdos. FELICITACIONES.
FELIZ AÑO!
Inteligente y acertado discernimiento sobre las importantes decisiones que debemos tomar en materia electoral. Una buena hoja de ruta.