En la nueva normalidad todos ven al emperador desnudo (es demasiado evidente) pero muchos se niegan a aceptarlo, se aferran a seguir viendo lo que quieren ver.
El pasado 20 de enero del 2021 cuando aún no paraba de sonar YMCA de los Village People y después que la totalidad de la familia presidencial de los Estados Unidos abordó el imponente Air Force One, subieron por la escalerilla dos personas que fueron los últimos en abordar el avión presidencial, uno de ellos portaba el “balloon”. Balloon es el nombre que recibe el sistema portátil de lanzamiento de las más de cinco mil ojivas que conforman el gran arsenal nuclear estadounidense. Una muestra y un símbolo del inmenso poder que ostenta la persona que ocupa la Oficina Oval de la Casa Blanca.
Después de un año de hablar sobre la nueva normalidad para muchos debe ser muy normal que el presidente que se acaba de despedir y de desearle buena suerte a la administración que venga, sea el que mantenga el manejo y el control de las armas nucleares de los Estados Unidos. Para otros debe ser muy normal que un adulto mayor se fracture el tobillo por estar jugando con sus perros Champ y Major, y que en solo un par de días sus huesos libres de osteoporosis, supongo, queden como nuevos. Normal que Reuters aclarara el día 4 de diciembre del 2020 que habían comprobado que la bota ortopédica que tenia Biden era por una fractura y no para tapar un GPS que le habían puesto en su tobillo para que no se pudiera escapar. Normal decir que le pusieron un GPS al presidente electo de Estados Unidos para que no se escape. Súper normal.
Normal que el presidente de Estados Unidos ya no trabaje en la Oficina Oval, ni use el Air Force One, ni se desplace en el Marine One. Normal que abuchearan el día del Super Bowl 2021 al presidente elegido, supuestamente, con la mayor votación (80.301.585) en la historia de los Estados Unidos. Joe Biden y Kamala Harris obtuvieron el 21,94 % más de votos que los obtenidos por Hillary Clinton y Tim Kaine en las elecciones presidenciales del año 2016. Un 28,98 % más que el promedio de votos (62.259.233) obtenidos por los candidatos demócratas en todas las elecciones del Siglo XXI. Nada normal en términos estadísticos pero muy normal para los demócratas y para los Bidenistas criollos, sin entender muy bien el cómo.
Normal a pesar que el censo electoral solo creció el 0,14% al pasar de 231.556.622 votantes inscritos en el año 2016 a 231.884.208 en el año 2020, la abstención electoral cayó al 33,30 %, frente a un promedio del 44,72 % de abstención para los años comprendidos entre el 2000 y el 2016. Súper normal ese incremento en el número de votos y esa caída en la abstención. La última referencia que se tenía de algo parecido fue en Colombia durante la segunda vuelta de las elecciones presidenciales del año 2014 en donde hubo pueblos en los que todos los ciudadanos habilitados votaron, es decir, la abstención se redujo al cero (0%) y todos, absolutamente todos los ciudadanos, votaron por el mismo candidato. Una sola posibilidad entre muchísimos millones, pero pasó. Súper normal.
En varios Estados de la unión americana se han realizado pruebas del Emergency Alert System (EAS), un sistema que le permite al presidente dirigirse a todos los habitantes de los Estados Unidos a través de los sistemas de radio, televisión, televisión por cable, y telefonía fija y móvil. A pesar que nadie puede pensar diferente a lo que piensa un rejuvenecido Biden (que ya no tiene arrugas ni manchas y que su piel parece de hule) y su camarilla, los miembros del Partido Demócrata o los activistas de BLM y ANTIFA, y a pesar que Biden domina a todos los grandes medios de comunicación, a todos los comunicadores sociales de los grandes medios y a las redes sociales que son administradas por los más fanáticos seguidores del partido de Biden que ejercen censura permanente sobre todos los que no comulgan con las ideas del Partido Demócrata; les parece muy normal que necesiten de un sistema adicional para poder difundir el mensaje de Biden como si no fuera suficiente el totalitarismo mediático que ya ejerce su régimen.
En la nueva normalidad todos ven al Emperador desnudo (es demasiado evidente) pero muchos se niegan a aceptarlo, se aferran a seguir viendo lo que quieren ver. O sienten la necesidad imperiosa que un tercero valide y les confirme que es real lo que desde hace mucho tiempo están viendo. Cuando algo no es normal es porque, sencillamente, no es normal, aunque digan que vivimos en una nueva normalidad.
Artículo cortesía de: https://panampost.com/editor/2021/02/18/realidad-era-de-la-nueva-normalidad/