Ariel Armel
Palabras de Ariel Armel en su condecoración con la Orden de San Bartolomé
Calidad y no cantidad

Palabras de Guillermo Fernandez de Soto en su Condecoración con la Orden de San Bartolomé

Guillermo Fernandez de Soto

Guillermo Fernandez de Soto

Hace 48 años tuve el honor de representar a mis compañeros de promoción- la del 71-, pronunciando el discurso de graduación que se celebró en el Teatro Colombia de la calle 23 con Carrera séptima. Recuerdo una frase que expresé con certeza: los valores y principios con los que la Compañía de Jesús nos educó dejaron en nosotros, con la fabulosa marcha del tiempo, una huella imborrable.

Recibimos con Ariel Armel, y Ricardo Ávila la imposición de la Orden de San Bartolomé, en el grado de Gran Cruz, otorgada por el Consejo de la Orden y la Junta Directiva de -ASIA BARTOLINA-. Nos sentimos emocionados e inmensamente agradecidos. Ariel y Ricardo son colombianos que han le han servido con excelencia a la Patria.

Han pasado 60 años desde la creación de la Asociación que es ciertamente, una gran familia; cuyos pilares esenciales de su actividad: la integración de los exalumnos, y su cabal compromiso con la sociedad,  se han traducido en programas sociales, dentro de los que destaco, el proyecto Casa Grande en Ciudad Bolívar, donde se atendía, en el edificio construido en memoria de nuestro querido y recordado padre Rafael María Granados, a más  de 120 niños de bajos recursos que se cuidaban hasta los cinco años de edad. Los animamos a continuar en esta tarea que nos recuerdan los valores de la justicia y la solidaridad que desde los primeros años de nuestra educación forjaron el carácter sereno y recio del Bartolino.

Queridos amigos:

Colombia es una sociedad polifacética y compleja. Es un país que da lugar a múltiples miradas; es una nación mucho más moderna, urbana y justa de lo que era al iniciarse el doloroso conflicto que por tantos años padecimos. Asimismo, debemos recordar que a las complejidades de este conflicto se sumó a partir de los años 80 el problema de la droga.

Luego de sacrificios y esfuerzos significativos, logramos reducir las hectáreas de cocaína cultivadas y, a través de la cooperación judicial internacional, mitigar el impacto de este atroz flagelo.

Este infame negocio ha vuelto a crecer. Según las Naciones Unidas entre 2013 y septiembre de 2017 los cultivos crecieron en un 17%. En ese periodo pasamos de 48.000 hectáreas a 171.000 y en agosto del 2018, a 206.000 hectáreas. Según la medición oficial hoy tenemos más de 200.000 hectáreas.

El negocio de la droga no llega solo sino con todos sus rostros perversos y dañinos. Entre otros, sigue siendo un disolvente de las estructuras sociales y el mayor potenciador de la violencia y de la corrupción. El impacto en nuestra riqueza ambiental es devastador.

Mientras no controlemos este flagelo de la humanidad, la paz de Colombia será precaria y corremos el riesgo de ahondar los odios,  y la confrontación que han llegado a límites que atentan contra nuestra institucionalidad democrática y su futuro. En la hora presente, es más necesario que nunca, con generosidad y perseverancia, encontrar un gran consenso nacional, un pacto que nos permita avanzar en la búsqueda de soluciones compartidas por el bien de Colombia.

En San Bartolomé la Merced aprendí a sostener mi servicio público en la palabra COLOMBIA, que a lo largo de estos años ha tenido un poder mágico en mi trabajo por el país. Ese fue, casi siempre, el tema de las conversaciones de familia en nuestra sobremesa; la de las historias relatadas por los maestros del colegio; y uno de los tópicos preferidos de mis constantes lecturas.

He tratado de recordar la fecha cuando tuve conciencia de mi vocación para servirla. Les confieso, no logré precisarla. Creo que fue a lo largo del proceso educativo con los Jesuitas que me comprometí conmigo mismo y con la sociedad colombiana a trabajar sin descanso por ella.

Serenamente tengo que advertir que la sociedad global esta inmersa en esa oscuridad que es simplemente la incertidumbre del futuro.

Cómo será el mundo en 30 años y qué lugar ocupará Colombia en ese escenario que aún desconocemos?

 Quiero ver una Colombia en paz y sin droga; innovadora y educada, con justicia eficaz y sin pobreza extrema. Contribuyendo al desarrollo sostenible, y haciendo la tarea en la lucha contra el cambio climático pues pronto necesitaremos de dos planetas tierra para satisfacer nuestras necesidades; capaces de ser protagonistas de la revolución digital que ha transformado  los paradigmas de la sociedad moderna.  Si la revolución industrial del siglo XX cambió la historia de la humanidad, la revolución digital del siglo XXI lo volverá a hacer.

Confío que mi familia, mis hijos y nietos, y las nuevas generaciones de hombres y mujeres Bartolinos, vivan en una democracia moderna bajo un Estado de derecho que se respete, y garantice la seguridad y los derechos esenciales del ser humano.

Los actuales desafíos no son solo de la gobernanza mundial. También de valores y de principios que son un reto para todos. Afrontarlos de manera efectiva requiere una reforma de las instituciones internacionales así como un cambio cultural profundo y un liderazgo capaz de lograr consensos globales y nacionales sin los que personalmente estimo será más difícil la gobernanza de una fragmentada geopolítica donde además el poder ya no es simétrico.

Todos los campos de la batalla por el progreso se han globalizado. Por ello, quisiera terminar con esta reflexión: el espectacular avance del progreso que señala Johan Norberg en su libro Progreso 10 razones para mirar al futuro con optimismo, nos recuerda que hoy tenemos más conocimientos que nunca y podemos encontrar casi cualquier información en solo unos segundos. Pronto tener un teléfono inteligente o un computador conectado a Internet será la norma para todos los habitantes del planeta. El reto para el ser humano -Nuestro reto- es responder a los avances tecnológicos con la rapidez que estos demandan. Guardo la esperanza de que ASIA BARTOLINA pueda aportar su experiencia en la educación innovadora que  demandan los nuevos bartolinos.

Amigos todos:

Cómo no invocar esta noche con alegría y reconocimiento a nuestros padres y profesores. A Rectores y Prefectos del Colegio.

A Donaldo Ortiz Lozano quien con tesón y empeño admirable lidero la construcción no solo del Coliseo sino de su vía de acceso.   A Guillermo Benítez, promotor incansable de la integración bartolina.

A nuestro campo de fútbol y su gradería; a la iglesia de la Estrada; al platanito; a la finca La Esperanza; al acordeón de Julio Jiménez; al hermano Becerra con sus maravillosas leyendas; a las fiestas bartolinas, donde hacíamos muchos goles, y nuestro presidente Hernán Marulanda era un imbatible portero que como hasta hoy, siempre se ocupaba con su proverbial, afectuosa e incomparable palabra a unirnos alrededor de un ideal.

A todos ellos y a ustedes que nos acompañan esta noche, gracias desde lo mas profundo del alma bartolina por esta distinción que llevaremos con orgullo.

MUCHAS GRACIAS

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