Si deseamos mejorar sustancialmente el desempeño de nuestro PC o LAPTOP una buena idea es considerar cambiar los discos mecánicos por SSD especialmente si podemos usar los slots PCI. Los discos SSD (“Solid State Drive”) han revolucionado el panorama de la informática en los últimos 5 años debido a su alta velocidad de transferencia en comparación con los discos mecánicos.
Los discos SSD M.2 han venido a solucionar el problema del tamaño y además están desplazando al disco de estado sólido tradicional por sus mayores prestaciones y velocidad. Las memorias o discos SSD M.2 son unos discos SSD pero en los que el factor forma ha cambiado y por un formato mucho más pequeño.
Clasificación de los SSD M.2 en función del tamaño
En contraposición con los discos SSD de 2.5”, los discos SSD M.2 pueden ser de varios tamaños, aunque todos M.2 son pequeños y delgados, los hay mas cortos o largos y mas anchos o estrechos.
En función de su tamaño tenemos varias nomenclaturas para designar los discos SSD M.2. Las 2 primeras cifras indican el ancho de la memoria SSF y las 2 o 3 siguientes la longitud. Aunque las memorias M.2. mas habituales son de 22mm de ancho y entre 42 y 110 mm de largo, los modelos que actualmente existen son los siguientes:
Por ejemplo un disco SSD M.2 2280 será una memoria de 22 mm de ancho y 80 mm de largo. La memoria flash que suelen utilizan estos discos SSD son del tipo NAND. Cuanto mayor sea su longitud de una memoria SSD M.2 mayor número de chips podrán alojar y por lo tanto mayor capacidad de almacenamiento tendrá. Así pues, las memorias de 30 y 42 mm de largo admiten de 1 a 3 chips de memoria NAND mientras que las de 80 y 110 mm de longitud admiten hasta 8 chips de memoria NAND.Como puedes ver en los discos SSD M.2 el tamaño sí que importa.
Conexión SSD M.2 en función de su velocidad
Otro aspecto a tener en cuenta en un disco SSD M.2 es su velocidad de transferencia. Aquí es importantísimo el tipo de conector que utilice. Actualmente los discos de estado sólido utilizan dos tipos de interfaz de almacenamiento: SATA 3.0 o PCIe (PCI-Express).
Los SSD M.2 SATA utilizan el mismo controlador que sus hermanos SSD de 2,5″, mientras que los SSD M.2 PCIe utilizan unos controladores específicamente diseñados para este tipo de conexión. Esto debes tenerlo muy en cuenta porque es muy importante.
Los SSD M.2 sólo admiten uno de estos protocolos de conexión, aunque algunos zócalos o bancos de inserción en los que van pinchados puedan ser compatibles con ambos protocolos. Es decir, cada disco tiene sólo una controladora y por lo tanto es un disco SATA III o una PCIe.
Los discos SSD se han topado con una barrera infranqueable y es que el conector SATA III estándar admite una velocidad máxima de transferencia de 600MB/sg. Con las velocidades que pueden alcanzar los actuales discos SSD el conector SATA es un cuello de botella muy grande. Para salvar esta limitación se optó por utilizar conexiones PCIe.
La interfaz PCIe como vamos a ver admite muchísima mayor velocidad. Aquí nos topamos con otro problema y es la designación de los diferentes tipos de ranuras PCIe. Entramos en otra batalla de siglas y números pero no te preocupes porque para eso estoy aquí, para explicártelo de una manera sencilla.
Pros y contras de los discos SSD (M.2)
Los discos SSD tienen grandes ventajas sobre los discos mecánicos ya que al no tener partes móviles no les afectan las sacudidas y las vibraciones. Tampoco generan ruido como los discos mecánicos con el molesto sonido de los platos girando y de la cabeza “rascando” sobre ellos. En este casos los SSD son silenciosos y da igual que sea un disco SSD SATA, M.2 SATA o M.2 PCIe.
También generan menos calor que los discos mecánicos pero tampoco debes despreocuparte de controlar su temperatura. Los discos M.2 de tamaño más pequeño pueden ocasionar más problemas de calentamiento porque tienen menos superficie para poder disipar el calor generado. Para solucionar este problema es conveniente pegarle unos disipadores al igual que se hace en los procesadores..
El mayor inconveniente que tienen los discos SSD es su capacidad y su precio. Cuanto más rápido sea un SSD en lectura/escritura mayor será su precio. De hecho los SSD NVMe son los más caros por la tecnología que llevan.