Alguna vez, hacia el año 1997, mientras cursaba segundo de primaria en el San Bartolo, nos pidieron para una actividad lúdica que lleváramos un disfraz de lo que soñábamos ser o hacer cuando fuéramos grandes. Recuerdo algunos compañeros disfrazados de astronautas, otros de científicos, otros hasta de Indiana Jones. Yo, por mi parte, lo único que llevé fue un casco y un par de guantes. Yo quería ser piloto de carreras y, aunque mi disfraz parecía más el de un ciclista, yo me sentía completamente realizado.
Durante toda mi vida he amado los autos y, a pesar de que durante mi adolescencia negué mucho ese amor por los autos por distintas circunstancias, hoy en día puedo decir que gran parte de mis sueños de niño, en ese sentido, se han cumplido.
Mi nombre es Juan Pablo Díaz, soy bartolino de la promoción 2006 y esta es la historia del diseño del primer auto eléctrico 100% colombiano.
Soy diseñador industrial, pero como comenté anteriormente, la pasión por los autos siempre ha estado en mí. Hoy en día esta pasión ha evolucionado a un tema más macro, la movilidad y el transporte, pero no olvidaré nunca mi primer amor.
Mi empresa se llama Luppo Design, un centro de aprendizaje y escuela de diseño automotriz, la primera y única en el país, ya que esta disciplina solo se encuentra en ciertos países europeos y en Norteamérica.
Este sueño lo comenzó hace 6 años mi socio Luis Alejandro Fernández -quien es Diseñador Automotriz del IAAD en Italia -, a quién me unió nuestra pasión por el diseño de autos, motivo por el cual empezó el diseño que hicimos para Eolo. La oportunidad de diseñar el primer auto eléctrico colombiano se apareció, de las manos de Eolo Motors y la Universidad Minuto de Dios, quien era la patrocinadora de este gran proyecto.
Como diseñadores, iniciamos un proceso exhaustivo, hubo muchos bocetos (más de 500). Una vez definimos la línea del Eolo, comenzamos la fase de modelado 3D, aunque por supuesto este trabajo tenía más participantes, ya que para poder producir un auto se deben tener en cuenta muchos procesos de ingeniería, para lo cual trabajamos de la mano con colegas en Alemania.
Hicimos todo paso a paso, como se hace en las grandes empresas de diseño de autos: Pininfarina, Lineagam, etc. Desarrollamos todo el paquete técnico y estético para el Eolo. En este proceso de diseño trbajamos por 8 meses aproximadamente, después de muchas reuniones con el equipo de Eolo, muchos e-mails y muchos cambios. Era increíble, ¡por primera vez en Colombia se hacía un auto con todas las de la ley!
El paso siguiente, fue apoyar a Eolo en la construcción de su vehículo. Yo jamás en mi vida, salvo de lo que había aprendido empíricamente y en Luppo, había tenido esta posibilidad, así que quería aprender al máximo de este proceso y, por supuesto, ser parte de esta historia.
El auto se construyó en un año y medio y en Luppo, al finalizar, nos dimos cuenta del hito que estábamos logrando. Todo el equipo que había metido la mano en este proyecto estaba supremamente feliz, y por supuesto poder verlo hoy en día materializado, poder sentarse en él, sentirlo y manejarlo es una experiencia similar a la que tuve en aquella actividad lúdica del año 97.
El vehículo no se ha podido matricular porque, según nos cuentan, las políticas del país están diseñadas solo para poder matricular autos importados o de ensamble nacional, pero no los que han sido fabricados en Colombia. Esto claramente perjudica esta industria nacional creciente.
Hoy en día Luppo está enfocado en temas de micromovilidad. Nosotros no solo nos especializamos en desarrollo de autos, si no en el diseño de cualquier tipo de vehículos (bicis, carros, buses, bicicargos, etc). Estamos comprometidos con la movilidad inteligente y sostenible de nuestro país, y deseamos cada día más motivar a las personas y empresas a utilizar vehículos de bajas o cero emisiones.
Si bien durante años hemos construido las ciudades y sus calles pensando en los carros, hoy en día estamos evolucionando hacia una ciudad enfocada en las personas, principalmente. Sin emabargo, debemos solucionar diversos temas respecto a la movilidad existente. Desde el punto de vista del diseño, existen diversos vehículos que podemos crear para generar una mayor facilidad de movilidad, para movilizar carga en distancias “cortas” de manera más eficiente; y por supuesto, el vehículo base que, en mi opinión, es el más importante en este sentido, es la bicicleta. En el caso de Bogotá, contamos con alrededor de 560 km de cicloruta, y está en planes de construcción la “autopista para bicis”, la Ciclo Alameda del Medio Milenio, que irá desde el Tunal hasta la calle 170. Es por esto que enfocamos nuestras energías en la micromovilidad y en las energías más limpias para aportar nuestro grano de arena.
Las empresas deben empezar a pensar en este tipo de vehículos, de bajo coste de mantenimiento y poca ocupación del espacio público, ya que en muchos casos el gran problema de movilidad de nuestra ciudad (y de muchas más del mundo) es la última milla, más aún cuando tenemos rutas predeterminadas por zonas que un camión, por pequeño que sea, resulta demasiado grande para muchas de las calles de nuestra ciudad, lo que se traduce en un trancón de los que estamos acostumbrados los bogotanos a experimentar.
Esto y muchos otros factores son los que debemos empezar a trabajar como sociedad, seguramente los autos no desaparecerán jamás, pero la transformación es inminente y debemos empezar a encaminar nuestros esfuerzos hacia ese norte, y por supuesto principalmente apoyar la industria nacional. Si usted, por ejemplo, tiene una empresa de logística y gasta una determinada cantidad de dinero mensual en mantener en funcionamiento su flota de vehículos, además tener que sufrir demoras por los eternos trancones de la ciudad, tener el riesgo alto de que sus conductores sean multados permanenteente por estacionar donde no es permitido y de obstaculizar el tránsito de dicha calle, ¿no le gustaría pagar un mantenimiento por la mitad o inferior a ese valor? ¿Que sus conductores puedan circular por ciclorutas, evitando trancones? ¿Que sus vehículos ocupen menos de la mitad del espacio público que ocupa un camión? ¿Y, además, que sus vehículos sean llamativos y fomenten el cuidado el medio ambiente? Todas esas preguntas, en mi opinión, son las que las empresas grandes, medianas, pequeñas y personas del común deberían empezar a plantearse, porque la movilidad es un tema de todos.
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Hay que hacer que la historia de Juan Pablo Díaz – Bartolino 2006 se conozca en todas las redes sociales, no se puede frustar un excelente emprendiemiento por unas politicas amañadas…..