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Ser buen ciudadano para ser buen ingeniero

Resolver cualquier problema de ingeniería requiere que el ingeniero tenga una formación sólida en las ciencias exactas, naturales y sociales.

La mención de las ciencias sociales puede parecer extraña, pero éstas son tan importantes como las ciencias propias de la ingeniería. El ingeniero debe conocer el medio social, económico y político en que actúa, y comprender los diferentes procesos, realidades y fenómenos que existen en él.

El ingeniero debe tener conciencia social, reconocer que sus semejantes tienen necesidades y derechos. Colombia tiene buen desarrollo económico, abundantes recursos naturales y financieros, pero esa riqueza está mal repartida. Como país somos ricos pero inequitativos e injustos.

Colombia se debate en una crisis profunda de credibilidad por la corrupción que la azota. El ingeniero debe generar confianza con su honradez. La honradez no se reduce a no robar, también consiste en hacer sólo lo que es correcto y hacerlo bien. El ingeniero debe respetar los derechos del dueño de la obra y los de los usuarios, cuidando la economía, la funcionalidad y la durabilidad de las obras y de los sistemas que desarrolla.

Para conseguirlo tiene que recoger toda la información de campo necesaria, analizar el problema, identificar soluciones viables, evaluar riesgos, estudiar costos y beneficios, seleccionar la mejor alternativa, diseñar rigurosamente las estructuras y sistemas, seleccionar materiales, y construir de acuerdo con los diseños y las especificaciones.

Todo lo anterior constituye el más claro concepto de la ética de la Ingeniería. La ética es necesaria para mantener la confianza en la sociedad. Un conglomerado en el cual no exista confianza pierde el concepto de sociedad civilizada y se somete a la ley del más fuerte.

El ingeniero debe cultivar y aplicar su capacidad de análisis. Un buen ingeniero no acepta a ciegas los resultados que le producen sus fórmulas y modelos teóricos. Por el contrario, se toma el tiempo necesario para analizar los problemas, evaluar las soluciones posibles y seleccionar la mejor alternativa. Solamente actúa después de pensar.

Algo que ayuda a diseñar y construir bien es sentir las estructuras y los sistemas como seres actuantes. Mirar el conjunto de losas, vigas y columnas e identificar visualmente las cargas y los momentos que obran sobre ellas permite percibir si el análisis de la estructura corresponde a su comportamiento esperado. Pararse a la orilla de la quebrada o del río para sentir cómo se comporta, estimar la velocidad del agua, observar las marcas de crecidas o inundación. Estas percepciones intuitivas y sensoriales ayudan a evaluar los resultados que producen los análisis teóricos del problema que se quiere resolver. Es algo parecido a lo que hacen los médicos cuando palpan a los pacientes con las manos.

El ingeniero debe amar el trabajo manual. O, dicho de una mejor manera, la combinación de la mano y la mente. La esencia del trabajo ingenieril está en el terreno, en la realidad en el barro, si se quiere.

Un buen ingeniero requiere la habilidad de la comunicación. Lo que no se comunica no existe para el mundo y no sirve para nada. Un buen trabajo de ingeniería puede desperdiciarse debido a un mal informe técnico. Para comunicarse bien hay que tener clara la idea que el ingeniero quiere expresar. Y luego hay que ponerla en las palabras correctas, con buena redacción, con buena gramática y con buena ortografía.

Los fundadores de la Facultad de Minas, encabezados por don Tulio Ospina, establecieron el lema Trabajo y rectitud, porque consideraban que el ingeniero más que un gran científico debía ser un buen ciudadano. Así lo expresó don Tulio en el discurso inaugural: “Nuestro lema, Trabajo y rectitud, dice que nuestro programa no es científico, aunque a primera vista parezca que debería serlo. Es él un programa moral, que se refiere especialmente al carácter que deseamos formar en nuestros alumnos. En efecto, en aquel programa no nos comprometemos a dar a la nación sabios, sino hombres laboriosos y honrados”. Este mensaje es tan válido hoy como entonces.

Es imposible ser buen ingeniero sin ser buen ciudadano y una persona confiable.

Cortesía de Luis Fernando Múnera López
El Mundo julio de 2018

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