El Bartolino que vive en las estrellas
Un torneo de viejas y nuevas glorias

Los jóvenes tienen mucho temor al presente y al futuro

El Padre Luis Fernando Múnera, nuevo rector de la Universidad Javeriana habla de los jóvenes de hoy y sus temores presentes y futuros.


SEMANA: Usted llega a una universidad con mucha historia y desafíos. ¿Qué se siente tener esta responsabilidad?

Padre Luis Fernando Múnera: Liderar una institución con tanta tradición puede verse como un peso. Sin embargo, es una gran oportunidad, porque tenemos diversidad de recursos en nuestra identidad para desplegar lo que queremos y lo que podemos llegar a ser. Tenemos una misión y una visión que nos permiten releer nuestro proyecto educativo. Hay un inmenso bagaje de conocimientos académicos, de investigación y de servicio, que son la experiencia sobre la cual seguimos construyendo para impactar de forma positiva a nuestra comunidad educativa y a la sociedad en general.

SEMANA: La Javeriana ha logrado ser una universidad tradicional y, a la vez, se mantiene vigente. ¿Cuál es la fórmula?

L.M.: Es precisamente una tradición basada en el discernimiento. Nosotros estamos permanentemente tratando de leer los contextos cambiantes de los tiempos, reflexionando sobre lo que está pasando y cuáles son las respuestas más apropiadas desde las cuales aportamos. Una institución como la Javeriana es un cuerpo vivo con bases sólidas para seguir edificando, creando y construyendo.

SEMANA: El padre Jorge Humberto Peláez deja una huella enorme. ¿Qué le aprendió?

L.M.: El padre Peláez ha sido un excelente director de orquesta y ese es quizá el gran aprendizaje que tengo de él: como una persona con gran honestidad intelectual, capaz de escuchar diversas perspectivas y de tomar decisiones con mucha sabiduría y serenidad, pero a la vez con osadía y visión de futuro, rodeándose siempre de su equipo.

SEMANA: La gente se queja mucho de las nuevas generaciones, no les gusta hacer nada y son una generación de cristal. ¿Qué piensa al respecto?

L.M.: Yo me pregunto qué es lo que nosotros, como sociedad, les estamos ofreciendo a las nuevas generaciones, porque en mi generación uno sabía que con buenos estudios podía asegurarse un futuro, vinculándose a organizaciones que permitían construir y desarrollar un proyecto de vida. A las nuevas generaciones, la sociedad no les está cumpliendo esa promesa. Entonces, creo que tenemos que escucharlos y entenderlos más, sobre todo comprender cuáles son sus temores y sus incertidumbres. Tienen mucho temor al presente y al futuro, no ven claramente que la sociedad los acoja y les ofrezca alternativas reales para construir un futuro sólido en el medio en el que están viviendo.

SEMANA: En la actualidad, muchos jóvenes ya no quieren estudiar una carrera. ¿Viven esa realidad?

L.M.: Es un poco arriesgado hablar de los jóvenes como un grupo homogéneo, hay que comprender sus historias y trayectorias personales. Aprenderemos mucho más de ellos si los escuchamos cercanamente. La educación superior es una necesidad y lo seguirá siendo, lo que pasa es que se surte de distintas formas, las personas quieren desarrollar su proyecto de vida y están encontrando diversos lugares para suplir esa necesidad. Eso es muy válido, puede ser en una carrera profesional, en un técnico o en un tecnológico, entre varias opciones. Nuestro reto como universidad es combinar esas necesidades y esas oportunidades con una auténtica experiencia de formación, que les permita no solo cualificar unas competencias, sino crecer como personas en ese tiempo tan bello y tan retador que es la juventud.

SEMANA: ¿Cómo se ha adaptado?

L.M.: La Javeriana se ha adaptado siempre a sus estudiantes, porque la sociedad va cambiando y casi que cada año tenemos generaciones diferentes. Creo que lo primero que debemos hacer, y seguir haciendo, es escucharlos, no solamente el rector, sino los profesores, los directores de las carreras y los decanos. Eso es algo en lo que insistimos mucho, porque nos permite comprender esas nuevas tendencias. La universidad quiere crear un ecosistema de aprendizaje y unas rutas de formación más flexibles de las que tenemos hoy, y que respondan a este mundo cambiante y diverso en el que vivimos.

SEMANA: Las empresas se quejan de los graduados. ¿A qué se puede deber eso?

L.M.: Nosotros trabajamos para formar personas con unas competencias suficientes que les permitan aprender y adaptarse, pero, por otro lado, también mantenemos un diálogo universidad-empresa para entender qué está requiriendo el mercado.

SEMANA: ¿Qué tan diferentes son esos padres que crían a los jóvenes de hoy frente a los de ayer?

L.M.: Yo he tenido contacto con padres de familia en colegios y en universidades. Primero que todo, debemos entender que la formación es una tarea tanto de las familias como de las instituciones educativas. Mi impresión es que en las pasadas generaciones los padres confiaban sus hijos a las instituciones, y hoy la perspectiva es más la de un cliente que compra un servicio. Es la mirada donde el mercado ha ido colonizando todas las esferas de la vida social, incluida la educación. Tenemos que ser conscientes de eso. Es muy importante seguir manteniendo un diálogo cercano con los padres de familia para que comprendan mejor qué es lo que hacemos nosotros y qué es lo que ellos tienen que hacer.

SEMANA: ¿Cuál es el efecto de las redes sociales en ellos?

L.M.: Una red social es como una caja de colores: si usted quiere pintar, le sirve muchísimo, pero si usted no necesita pintar, sino firmar, no le sirve. Necesita otro instrumento. Las redes sociales son eso, un instrumento de relacionamiento que genera una cierta fascinación, por lo menos en un primer momento. Por lo tanto, hay que aprender a usarlas. En la formación de los jóvenes, es muy importante poder conversar sobre esos temas para que tomen conciencia de sus ventajas, sus consecuencias y sus limitaciones, es decir, ¿qué tanto les sirve para su vida esa caja de colores? No creo que se deban estigmatizar.

SEMANA: Los niños y los jóvenes son muy conscientes de sus derechos, pero al parecer no tanto de sus responsabilidades. ¿Por qué algo que en principio parece bueno trae esa consecuencia?

L.M.: Hoy en día la educación es más democrática; entonces, se presenta una mayor conciencia de los derechos. Lo que pasa es que no todo en la vida se puede hablar o juzgar desde esa posición, hay otras dimensiones, como la solidaridad y la compasión, que van más allá de lo que podemos exigir, tiene que ver con lo que podemos dar. Creo sinceramente que para pasar de los derechos a las responsabilidades hay que interesarse genuinamente por la vida de los otros, tratar de comprender que uno no

está solo en el mundo y que hay otros que tienen vulnerabilidades y potencialidades. Quizá nos hemos acostumbrado a mirar en la distancia y tenemos que aprender a mirar más de cerca, porque la responsabilidad se construye en la interacción social. Por eso, es importante promover, desde la educación, la cercanía con el otro. Cada uno de nosotros debe reflexionar al respecto y responder por lo que hace, eso no siempre es agradable, incluso a veces es doloroso, pero también nos deja un gran aprendizaje.

SEMANA: La Javeriana se caracteriza por la formación de líderes. ¿Cuál es la clave de tantos egresados exitosos?

L.M.: La clave, creo yo, es ese énfasis que tenemos en la formación integral, que prioriza el cuidado de las personas y que articula todo nuestro proyecto educativo. Ahí, en las interacciones entre profesores y estudiantes y en las interacciones entre ellos mismos y con otras instancias de la universidad, se da la oportunidad de abrirse a la diversidad de pensamiento y a las realidades del país. Creamos una experiencia de formación valiosa que les permite a las personas ampliar sus horizontes. Los estudiantes ven cuestionadas sus grandes certezas y se abren empáticamente a otros, buscando entender los problemas con una mirada profunda para llegar a soluciones distintas, una nueva manera de hacer las cosas.

SEMANA: Finalmente, ¿qué le gustaría haber logrado el día en que deje la rectoría de la Universidad Javeriana?

L.M.: Me gustaría haber logrado una comunidad académica consolidada, con unas redes de confianza entre nosotros muy sólidas, que podamos trabajar interdisciplinariamente y en equipo, con una estrecha cercanía con nuestros estudiantes, y con unas experiencias de servicio a la sociedad claras y potentes. Que esta universidad, gracias a su comunidad y a su patrimonio de conocimiento, pueda orientar al país y moralmente a la sociedad, que seamos una institución con una voz serena, pero informada y profunda.

Fuente:

Extraido de:

Revista Semana

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