Por Germán Sandoval C.
Bartolino 1977
Si atendemos el mensaje universal de Jesús, “Amaos los unos a los otros como yo os he amado”, la sola palabra universo bastaría para comprender que la unidad en la diversidad sí es posible. Un verso, un solo verso que congrega, incluye y concluye.
No solo importa la unidad inmersa en dicha palabra, pues si vamos más allá, universo también versa sobre el verso, la diversidad y la diversión.
Esta última, incluye lo lúdico en el quehacer cotidiano, con lo cual es posible compartir con alegría, sin importar edad, raza, condición ni estrato (penosa palabra esta, con todo lo que implica, ya que segrega y consigue dividirnos).
Poner en práctica aquel mensaje universal, en términos de lo sonoro, nos traslada a la realidad de las vibraciones y las frecuencias, elementos esenciales de la música y de todas las artes.
La música, ese maravilloso universo sonoro nos acerca al otro, tanto como el amor.
Si la vibración, el discurso, la métrica, la intención, la calidad y tantos otros caracteres de una composición musical, llegan a tocar nuestro corazón y a despertar nuestra sensibilidad hasta hacer brotar lágrimas, significa que la música reúne una riqueza más verdadera y pura que el oro.
Siembra de valores
Como Bartolino, músico, formador y pedagogo, agradezco esta gentil oportunidad para comunicar desde mi experiencia y recorrido en el mundo de la música, que todo proceso educativo intervenido por el arte lleva a los “estudiantes” a: interiorizar la importancia de las dinámicas construidas en equipo; reconocer el valor de la convivencia a través del aprender a escuchar al otro y a apreciarlo por sus talentos; así como a hacer conciencia del significado de los silencios.
Mediante la formación musical, los alumnos asimilan valores como el respeto, la amistad, la solidaridad, la confianza y el compartir sin egoísmo ni egocentrismos. También, a partir de la práctica musical y su ejercicio, se promueve la exploración del ser sensible y creativo, se reconoce el mundo sonoro y los sonidos de esta y otras culturas.
Por todo lo expuesto, sugiero que en el ámbito escolar se tome más en serio aquello de que la música (vale decir, la buena música) es vital para el desarrollo del ser y de toda comunidad, por tratarse de un proceso que estimula la creatividad y la imaginación y desarrolla habilidades personales y sociales, lo cual contribuye a la búsqueda de soluciones y a la innovación en múltiples ámbitos.
Para concluir, retornemos a nuestro punto de partida. En la palabra universo está también la universalidad, que hace referencia a aquellas ideas o creencias que se basan en una verdad universal o manejada por la mayoría, es decir, aquello que abarca un todo y es válido para todos. Esto nos permite inferir la idea del amor universal, donde son viables postulados de grandes filósofos y humanistas: “La humildad nos une y el orgullo nos separa”, “No me siento extranjero en ningún lugar” y “Quien no vive para servir, no sirve para vivir”.
Por todo lo anterior, reafirmamos, la música reúne una riqueza más verdadera y pura que el mismo oro.
Germán Sandoval C.
Percusionista, compositor, docente
Director Musical Celecanto
3112234168/4740459
www.germansandovalmusic.com